Y tan especial, este fin de semana mis amigos y amigas junto a mí, coincidiendo con el ORGULLO DEL SUR (orgullo lgtb de Sevilla), nos dispusimos a conquistar la capital andaluza.
Estábamos en una de las ciudades más bonitas de España, iluminada por una luz dorada, con infinidad de contrastes y un mestizaje propio de una gran capital cosmopolita, diversa y libre.
A las 18:30 nos vimos en la Plaza Nueva, dispuestos a manifestarnos y ser los representantes legítimos de la mi ciudad, mi bonita ciudad, Ceuta con un final programado en el recinto ferial.
La actitud de los y las manifestantes era una mezcla de emotividad y euforia, con ese talante tomamos las calles de NO8DO, valientes, libres, con la cabeza muy alta, sin vergüenza.
De repente sin esperarlo de forma espontánea, una mirada cálida que se clavo en mi alma que hizo que no pudiera evitar girarme en repetidas ocasiones , era un chico que no conocía de nada, con una mirada llena de vida y una sonrisa que iluminaria el día más oscuro que pudiese encontrar en mi caminar.
La marcha continuo y durante 4 horas bañamos de multicolor las calles de Sevilla, vítores, risas y algún que otro momento de nostalgia acompañaron a esta marcha.
Llegada la noche nos dispusimos a salir por el ambiente sevillano, nuestra primera parada MEN TO MEN, lo siento Tormenta Roja los probear ganamos. Entramos al local, su decoración era de temática egipcia y su ambiente caluroso.
Sin esperarlo de nuevo esa mirada cálida, era el chico de la manifestación y al mirarlo me esbozo una sonrisa cautivadora. Mi reacción mirarlo, remirarlo y definitivamente saludarlo.
-Hola, ¿Qué tal?- Ya sé que no es propio de mi entrarle a nadie pero es lo que tiene llevar en lo alto un par de cervecitas, que te envalentonan. El respondió –Bien, ¿y tú?- Yo, como iba a estar yo sino perdiéndome en su mirada.-Muy bien, gracias-. Tras una media hora de conversación de besugos, saque en conclusión que era informático, residía en Madrid pero cada vez que podía se escapaba a Sevilla, sus padres los concibieron en Brasil, tenía 30 años y cada vez que hablaba con el más podía cautivarte su sonrisa, tal vez su poder de atracción residía en sus aires de niño bueno y perfecto.
Llevadas ya la hora y media de conversación, yo me plateaba el sino le gustaba porque no había intentado nada, no besarme, ni acariciarme el brazo o agarrarme la mano nada y yo ya había utilizado mi técnica de hacerme el sordillo y q me dijera las cosas al oído, rozar sutilmente su mano y apoyarme en su regazo como si no quisiera la cosa y nada.
Entonces llego la confesión -Tengo novio- Mierda ya decía yo que era perfecto, otra rana más. Se hizo repentinamente el silencio, la tensión se podía cortar con un cuchillo y yo no sabía que decir.
-¿Qué te pasa?- como que, que me pasa, que te comería a besos y eres de otro,-Nada, que me has dejado cuajao- .
Sé que estaba mal pero no me perdonaría nunca si no se lo preguntaba -¿Pasaría algo si tu y yo tuviésemos algo?- El me sonrió y me respondió –Quizás-, quizás eso que respuesta es -¿Cómo que quizás?-,-Es que llevamos una racha distinta, el me propuso que fuéramos pareja abierta pero todo quedo en el aire, también hizo un par de cosas que no me gustaron en mi presencia y queda con amigos que se que son algo más, pero no se- No me lo puedo creer ,dios le da pañuelos a los que no tienen mocos,-¿Has escuchado alguna vez una canción de Ricardo Arjona que se titula Tarde (Sin daños a terceros)?-,-No, nunca la he oído-
Después le dije -¿Quieres que me vaya? No quiero meterte en un lio- En algunos momentos no puedo dejarme guiar por mí corazón y uso la razón. El no sabía que decir, entonces me acerque a su oído y le dije –Quizás en otra vida-, me levante le di un beso y sin volver a mirarlo no mire a esa rana por miedo a que se convirtiera en príncipe.
Volví a reunirme con mis amigos en Itaca una discoteca de house donde Tormenta Roja estaba como pez en el agua, y yo llegue allí tocado y hundido, por inercia o tal vez por desahogo me uní al mar tempestuoso que formaba la marabunta de personas que se contoneaban sin parar al compas de luces intermitentes, música y alcohol. Mientras me daba al house una mano cálida me agarro el brazo, mi reacción fue girarme y era él, no sé si era un príncipe pero era él y vino a por mí, y agarro mi mano y no la soltó en lo que quedaba de noche.
Algo debió trasladarnos a otra vida y durante horas nos quisimos, nos amamos, nos reímos, nos confesamos, nos oímos y acabamos con la promesa de volver a vernos, quizás este viernes si recojo mi cuarto.
Un beso mi príncipe.