La semana empezaba complicada, es que dejar todo para empezar desde 0 es una ardua tarea. Siempre me he quejado de los chicos gais ceutíes que abandonan la ciudad para luego coronarse reinas del ambiente, sin haber tenido los cojones suficientes de alcanzar ese estatus en su ciudad natal. Mi situación no es la de ellos, yo he vivido, he echo y desecho como me ha parecido, por ese motivo no me siento un exiliado pero si un desterrado, tuve que abandonar mi sitio en busca de mi independencia, de mi futuro y sin engañaros para no resignarme a la soledad.
¿Que paso?, pues que huyendo de la soledad encontré soledad, estaba en una gran ciudad rodeado miles de persona a finales de agosto y mi corazón solo me transportaba a los momentos mas gratos con mis verdaderos amores, mis familiares y mis amigos/as.
Es que este verano no ha sido moco de pavo, hemos salido de fiesta, reido, olvidado, creído, recordado, bebido, festejado, viajado, ilusionado, amado fue un verano único e inolvidable.
Por pura subsistencia puse todos mis sentidos en intentar que mi animo no tocara el piso y me hice fuerte, aunque en algún momento el desanimo me envolvió y la melancolía me dio unos cuantos latigazos con el único afán de hacerme creer que mi decisión no fue la acertada.
Frente a esta macedonia de sentimientos, seguía estando hay yo un joven de 25 años y sus ganas de encontrar la rana que se convirtiera en príncipe y me puse manos a la obra, había que recolectar citas y no os asustéis que lo de recolectar tiene su explicación:
1.- Plantas una semillitas (Los aficionados a la granja del Facebook sabéis lo que es eso :-P), la semilla es el inicio de conocer a alguien vía Internet y pasa a tu MSN.
2.- Riegas tu plantación, pues de lógica hablas con ellos les prestas atención y haces algún que otro plan de futuro de ir al cine si alguna vez estas por su zona ... cosas así.
3.- La recolección, haces o intentas que esas supuestas citas se hagan realidad, aunque si os pasa como a mi agosto no es un buen mes de recolección, lo mejor es dejarlo para septiembre aunque siempre queda algo por ahí.
Y lo que quedaba era por un lado, Richard un treintañero bailarín y dueño de una compañía de baile, simpático, atento, agradable pero con una predisposición más que evidente de que pasara por su cama, a través de cientos de artimañas.
Al otro extremo estaba PSP un joven proyecto de ingeniero, dulce, inocente y con una timidez estreña a la que su buen humor le hacia remitir.
Dos hombres distintos, cada uno con su encanto y ubicado en puntos muy diferentes.
La cosecha no salio tan mala, habrá que ver a la recolección de septiembre.
